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Foto portada: aplastandolasalmendras.blogspot.com



domingo, 1 de julio de 2012

El desafío a Míster Charles


CIUDADES  CUADERNOS PRIVADOS  CLARIN  (01.07.2012)

POR LAURA RAMOS

                                       En junio de 1856 unos carteles callejeros anunciaban que el luchador norteamericano Míster Charles, “el hombre más fuerte del mundo”, aceptaba desafíos de quienes se atrevieran a luchar contra él. Se ofrecían tres mil pesos al luchador que derrotara al campeón en el ring del teatro Argentino de la calle Cuyo, que luego se bautizó Sarmiento porque el educador -el bárbaro- vivió allí.
El sábado 22 de junio, un día antes de la pelea, los diarios anunciaron la lista de los rivales, identificados no por su nombre sino por su nacionalidad: tres italianos, dos vascos, un uruguayo, un francés, tres argentinos y uno de nacionalidad ininteligible. Ricardo Piglia, en la conferencia inaugural de la muestra “200 años, 200 libros” señaló que ahí, en esa primera lista, estaba la prehistoria de la inmigración argentina, “como si tuviéramos un corte sobre lo que en el futuro será la inmigración en la Argentina. Seguramente estos hombres no tenían trabajo o ganaban poca plata y pensaron ‘Bueno, me arriesgo a pelear con este hombre’. Seguramente eran hombres muy fuertes, posiblemente trabajadores del puerto”.
El jurado, como si se tratara de una justa nacional, estaba conformado por los hombres notables de la ciudad. ¿Pero quiénes eran los hombres notables en 1856, cuando Buenos Aires se había constituido como Estado, traicionado a la Confederación? Rosas había sido derrotado por Urquiza en 1852; Sarmiento, enfrentado a la tradición federal que defendía el urquicismo, se exilió en Chile donde educó a su hijo Dominguito y planeó, entre otras cosas, la crianza de gusanos de seda. Pero en 1856, con el mitrismo en el poder, volvió para ocupar el cargo de Concejal de la Ciudad de Buenos Aires. En ese carácter integró el jurado de la justa de míster Charles, junto al jefe de policía y a Martínez de Hoz, el primer presidente de la Sociedad Rural.
Se reunieron dos mil caballeros -ninguna mujer: su ingreso estaba prohibido- para asistir a esa pelea, “uno de los episodios más excitantes que se hayan presenciado en América”, escribió Sarmiento al día siguiente en El Nacional, diario de Mitre, antecedente de La Nación.
Entre el público estaba José Mármol, autor de Amalia , senador pero sobre todo, el santo de los unitarios. Y también estaba Lucio V. Mansilla, el dandi nacional, príncipe del rosismo y autor de Una excursión a los indios ranqueles . Antes de que comenzara la lucha Mansilla, desde un palco, retó a duelo a Mármol, que estaba en el palco de enfrente. “Pícaro” y “calumniador”, llamó Mansilla a Mármol. “¡Mueran los mazorqueros, muera Mansilla!” se escuchó, o no se escuchó entre la platea. “Tan dramático y ruidoso ha sido el incidente entre Mármol y Mansilla que sería puerilidad negarle los honores de la prensa”, escribió Sarmiento en su crónica.
Mansilla dio por escrito la explicación del reto: “Hay en Amalia , del señor Mármol, un capítulo titulado ‘Quinientas onzas’, léalo cualquiera que aprecie en algo pero no de los suyos y con la lealtad de un caballero dígame si he tenido razón o no para hacer lo que hice. Se preguntará por qué deje pasar tanto tiempo. En el capítulo ‘Quinientas onzas’ hay una insinuación de que la familia de Mansilla es corrupta”. Ante el interrogante sobre la oportunidad -tan teatral- del reto, Mansilla adujo: “Porque antes no he encontrado oportunidad. Porque cuando me he visto cara a cara con el señor Mármol ha sido en casas que es debido respetar. El domingo en cambio no estuvo presente ninguna dama. La oportunidad era la que había ansiado. Público había sido el agravio, público debía ser el resto. Es imposible que yo lo hubiera desafiado en una escena donde hubiera una mujer adelante”. Pero había muchas capas escondidas tras la ofensa de Mansilla. Mármol, patricio y romántico, había injuriado a una familia patricia y agraviado a un joven de la generación romántica. Piglia: “Es como si Mansilla le dijera a Mármol ‘¿Cómo podemos entender que siendo de la misma clase aparezca esa denuncia en torno a mi familia que es una familia de mucho prestigio en la Argentina?’”.
Y además, o en principio, Mármol había descrito a Agustina Ortiz de Rosas, madre de Mansilla, como “una belleza federal”, en contraste con la delicada hermosura de Amalia. El adjetivo federal en boca del unitario Mármol no podía ser inocente.
El jefe de policía arrestó a Mansilla, que pasó esa noche en prisión y fue penado con la extradición. Lucio se radicó en Paraná, capital de la Confederación, donde, a cuenta de que fue un libro lo que le provocó su exilio, comenzó a escribir. Míster Charles venció a cinco de sus rivales excepto a un francés que se llevó los tres mil pesos. Al día siguiente Charles se escapó sin pagar del hotel en que paraba, en la calle 25 de Mayo.

EL BLOG OPINA
                                  Interesante anécdota, la inquina entre Mansilla y Mármol era para “coger palco”. El autor de “Una excursión...” se batía a duelo hasta con su propia sombra. Una época donde el romanticismo estaba en pleno apogeo y la vida tenía una gran dosis de quijotismo y afectación. Faltaban aún las dos grandes guerras del siglo XX , para marcar el antes y el después...