ELÍAS PINO ITURRIETA
EL UNIVERSALhttp://www.eluniversal.com/opinion/120115/mahmoud-de-nuevo domingo 15 de enero de 2012 12:00 AM
El 23 de diciembre de 2006 escribí, aquí en El Universal, un artículo sobre los vínculos de Mahmoud Ahmadinejad con los horrores promovidos en su tiempo por el ayatola Jomeini. El artículo se titulaba "Para erizar los pelos", y fue recordado en días pasados por una memoriosa pajarraca del Twitter que quiso localizarlo para su relectura. En breve lo ubicó con ayuda de otros corresponsales y lo ofreció como material de consulta en la jaula abierta, que con gusto y provecho transitamos en la actualidad. Al revisar de nuevo el texto pensé en la obligación de traerlo otra vez al periódico, aprovechando la visita que, como si cual cosa, nos ha hecho el personaje cuyas "hazañas" recordó entonces la columna. Se repiten, pues, esas letras de 2006, porque a la ocasión la pintan calva. Dicen como sigue:
Los hechos aparentemente lejanos que se describirán a continuación provienen de fuentes insospechables de parcialidad. Llegan a nuestras manos gracias a las investigaciones de Matthias Küntzel, un acreditado analista de Hamburgo, a unos reportajes publicados por el semanario Der Spiegel y a un ensayo del notable Marcos Aguinis, cuyas letras han provocado innumerables reflexiones entre los lectores latinoamericanos. Remiten a situaciones pasadas y recientes de Irán, capaces de conmover la sensibilidad más indiferente. Los sucesos encuentran origen en la guerra entre Irak e Irán, cuando Saddam Hussein llevó a cabo una invasión armada cuyos episodios llenaron los espacios de la prensa. Los medios de comunicación, ocupados en la descripción de las principales batallas, no se detuvieron entonces en los horripilantes detalles que desgarran ahora a los lectores y de los cuales se ofrece un resumen de seguidas.
Ante la desventaja inicial de sus fuerzas, el ayatola Jomeini buscó una compensación. Encargó a Taiwán 500.000 llaves de plástico con el objeto de identificar a unas huestes que, gracias a la ayuda de Alá, lo sacarían del atolladero. Hizo que legiones de niños avanzaran hacia la primera línea del frente, a limpiar los espacios minados por el ejército invasor. Cada uno llevaba una llave de plástico en el cuello. Esos desgraciados muchachos, muchos de los cuales apenas frisaban los doce años de edad, deberían avanzar sobre las bombas para que explotaran debido al contacto con sus cuerpos. Las llaves de plástico servirían para que las criaturas abrieran las puertas del paraíso después de su hazaña, mientras las tropas regulares marchaban contra el enemigo gracias al espacio ganado por el holocausto. Como al principio los cadáveres de los niños dejaban una exhibición de carne humeante y huesos esparcidos, Jomeini dispuso que se envolvieran con frazadas antes de ejecutar sus acciones. Ettelaat, diario semioficial de Irán, trata el tema de la siguiente manera: "Teníamos chicos voluntarios de12 a 17 años. Iban a los campos sembrados de minas. Sus ojos no veían nada. Y luego, un momento después, se veían nubes de polvo. Cuando el polvo sedimentaba, ya no se les veía más". Un veterano de la guerra relata las siguientes impresiones, a través del Frankfurter Allgemeine: "Era una especie de carrera entusiasta. Incluso sin órdenes de sus comandantes, cada uno quería ser el primero en explotar". Por último, un oficial iraquí se atrevió a pintar la situación así: "Venían en densos grupos, agitando los puños. Uno puede disparar contra la primera ola de niños, después contra la segunda, pero llega un momento en que la pila de cadáveres amontonados te hace aullar, con ganas de tirar lejos tu arma. Son seres humanos, después de todo".
El grupo se denominó Basiji Mostazafan (Movilización de los oprimidos) y sus integrantes eran reclutados por los imanes que recorrían las aldeas con una prédica capaz de provocar múltiples adhesiones. Los clérigos pregonaban la gloria del martirio. De acuerdo con la palabra de Jomeini, repetida por sus imanes de orientación chiíta, los niños habían sido elegidos para liberar a Jerusalén de los infieles, un empeño que despuntaba en la oferta de la vida frente a las huestes demoníacas de Hussein. Se calcula que, en los tres primeros años de esta guerra que permaneció durante ocho, 450.000 niños se ofrecieron de "voluntarios" para morir en el frente. Ni siquiera las juventudes hitlerianas llegaron a tal vértigo de fanatismo, escribe Marcos Aguinis. Uno de los instructores de los candidatos al martirologio es Mahmoud Ahmadinejad, actual Jefe de Estado, quien preguntó hace poco en una entrevista: "¿Acaso hay algo más hermoso que el arte del martirio?"
¿Por qué esta historia tan alejada dela Navidad ? Chávez ha pregonado su amistad personal y política con el presidente Ahmadinejad, y ha considerado a la República Islámica de Irán como aliada estratégica de Venezuela. Su relación ha llegado al extremo de apoyar los planes de armamento nuclear desarrollados en Teherán y de prohijar la fundación de mezquitas de orientación chiíta en el país. El vínculo nos aproxima en términos alarmantes a los episodios descritos, y las épocas de recogimiento son oportunas para reflexionar sobre sus consecuencias.
Este fue el contenido de mi artículo, publicado aquí en El Universal, en diciembre de 2006. ¿Convino ahora el tenebroso recuerdo?, ¿vuelve sobre sucesos dignos de olvido?, ¿llueve sobre mojado?, ¿valió la pena traerlo de nuevo a colación?, ¿sólo se regodea en un anacronismo?, ¿no se erizan de nuevo los pelos? El lector juzgará si fue oportuna su repetición.
Los hechos aparentemente lejanos que se describirán a continuación provienen de fuentes insospechables de parcialidad. Llegan a nuestras manos gracias a las investigaciones de Matthias Küntzel, un acreditado analista de Hamburgo, a unos reportajes publicados por el semanario Der Spiegel y a un ensayo del notable Marcos Aguinis, cuyas letras han provocado innumerables reflexiones entre los lectores latinoamericanos. Remiten a situaciones pasadas y recientes de Irán, capaces de conmover la sensibilidad más indiferente. Los sucesos encuentran origen en la guerra entre Irak e Irán, cuando Saddam Hussein llevó a cabo una invasión armada cuyos episodios llenaron los espacios de la prensa. Los medios de comunicación, ocupados en la descripción de las principales batallas, no se detuvieron entonces en los horripilantes detalles que desgarran ahora a los lectores y de los cuales se ofrece un resumen de seguidas.
Ante la desventaja inicial de sus fuerzas, el ayatola Jomeini buscó una compensación. Encargó a Taiwán 500.000 llaves de plástico con el objeto de identificar a unas huestes que, gracias a la ayuda de Alá, lo sacarían del atolladero. Hizo que legiones de niños avanzaran hacia la primera línea del frente, a limpiar los espacios minados por el ejército invasor. Cada uno llevaba una llave de plástico en el cuello. Esos desgraciados muchachos, muchos de los cuales apenas frisaban los doce años de edad, deberían avanzar sobre las bombas para que explotaran debido al contacto con sus cuerpos. Las llaves de plástico servirían para que las criaturas abrieran las puertas del paraíso después de su hazaña, mientras las tropas regulares marchaban contra el enemigo gracias al espacio ganado por el holocausto. Como al principio los cadáveres de los niños dejaban una exhibición de carne humeante y huesos esparcidos, Jomeini dispuso que se envolvieran con frazadas antes de ejecutar sus acciones. Ettelaat, diario semioficial de Irán, trata el tema de la siguiente manera: "Teníamos chicos voluntarios de
El grupo se denominó Basiji Mostazafan (Movilización de los oprimidos) y sus integrantes eran reclutados por los imanes que recorrían las aldeas con una prédica capaz de provocar múltiples adhesiones. Los clérigos pregonaban la gloria del martirio. De acuerdo con la palabra de Jomeini, repetida por sus imanes de orientación chiíta, los niños habían sido elegidos para liberar a Jerusalén de los infieles, un empeño que despuntaba en la oferta de la vida frente a las huestes demoníacas de Hussein. Se calcula que, en los tres primeros años de esta guerra que permaneció durante ocho, 450.000 niños se ofrecieron de "voluntarios" para morir en el frente. Ni siquiera las juventudes hitlerianas llegaron a tal vértigo de fanatismo, escribe Marcos Aguinis. Uno de los instructores de los candidatos al martirologio es Mahmoud Ahmadinejad, actual Jefe de Estado, quien preguntó hace poco en una entrevista: "¿Acaso hay algo más hermoso que el arte del martirio?"
¿Por qué esta historia tan alejada de
Este fue el contenido de mi artículo, publicado aquí en El Universal, en diciembre de 2006. ¿Convino ahora el tenebroso recuerdo?, ¿vuelve sobre sucesos dignos de olvido?, ¿llueve sobre mojado?, ¿valió la pena traerlo de nuevo a colación?, ¿sólo se regodea en un anacronismo?, ¿no se erizan de nuevo los pelos? El lector juzgará si fue oportuna su repetición.
EL BLOG OPINA
No podía ser más oportuna la repetición. Estamos a merced de demonios y nosotros los ciudadanos de a pie, como muchos otros en todo el mundo, no imaginamos el alcance de esta tenebrosa componenda asesina. No nos queda duda que Irán tiene o planea disponer de armamento nuclear a corto plazo para atacar a quien se le ocurra. Cuidado, creemos que algo grande se avecina. Fe en Dios y entereza...
