Enrique Fominaya |
Muchos jubilados viven dispuestos a no
desperdiciar ni un segundo de esta maravillosa fase
CARLOTA FOMINAYA - carlotafominayaMadrid - ABC Madrid
Los mayores de hoy son diferentes. Hacen
deportes de riesgo, empiezan a estudiar una carrera a una edad muy avanzada, se
convierten en voluntarios entregados, son absolutamente innovadores,
participativos, digitales, elegantes... Y sobre todo, «son personas a las que
les encanta intercambiar conocimiento, sabiduría, y experiencias», tal y como
asegura Eleonora Barone, fundadora de mYmO, una entidad experta en colocar el
talento senior en las organizaciones del siglo XXI. «La sociedad ha cambiado
mucho, pero la palabra "mayor" sigue significando lo mismo. Habría
que revisar el vocabulario, y las etiquetas que este conlleva. Hay que ver
ahora si son adultos mayores, o senior, y que las mujeres se puedan reconocer
en ese discurso o lenguaje del talento». «Ser mayor ya no significa querer
estar solo jugando al mus o a la petanca en el parque disfrutando del júbilo de
la vida. Lo que necesitan muchos mayores son espacios de integración y de
participación».
También las empresas deberían ser conscientes,
a su juicio, «de que es ridículo considerar mayor a una persona de 50 años. El
futuro pasa por la convivencia de equipos de todas las generaciones, donde haya
una transferencia del conocimiento, cosa que no se suele gestionar con mucho
acierto». Por eso, concluye Barone, «es crucial favorecer al máximo el
intercambio generacional. Tenemos que construir una sociedad todos juntos, de
otra forma no llegaremos a ningún lado. Tenemos mucho que aprender de los
mayores».
La realidad es que antes la jubilación
significaba el fin de la etapa activa de la vida. Hoy, muchos están a pleno
rendimiento y dispuestos a no desperdiciar ni un segundo de esta maravillosa
fase Es, por ejemplo, el caso de Enrique Fominaya. Este jubilado recorre casi a
diario los 70.000
metros cuadrados del recinto que el Museo del Aire tiene
en Cuatro Vientos. Se sabe la historia de todas y cada una de las más de 140
aeronaves, así como de los uniformes, condecoraciones, motores, maquetas y
otros fondos relacionados con la aviación que allí se muestran. No en vano es,
además del secretario general de la Asociación Amigos del Museo del Aire, el
formador de los guías que enseñan el centro.
Entregado en cuerpo y alma a su afición
Él mismo acompaña y coordina tanto las
visitas habituales como las que los altos cargos del Ejército realizan al
centro. Fominaya se levanta todos los días hacia las 6 de la mañana, y asegura
que trabaja más horas que cuando tenía un cargo como alto directivo de una
empresa del sector médico. «Eso te lo puedo jurar. Antes además tenía
secretaria. Ahora no, estoy entregado en cuerpo y alma a todo lo que tiene que
ver con las necesidades del museo, cuyo principal fin es divulgar el
conocimiento de la Aviación».
Por este hecho, la Asociación ha recibido
este año el premio que de forma anual entrega el Ejército del Aire a la
difusión y fomento de la cultura aeronáutica. Desde el hangar tres, donde tiene
ubicado su particular despacho, este jubilado madrileño dedica todos sus
esfuerzos a incrementar los fondos bibliográficos, a tratar de incorporar
piezas u objetos de probado valor histórico, técnico y artístico, y a organizar
las distintas actividades culturales en relación con la Aeronáutica y
Astronáutica. Además de, por supuesto, redactar y editar todo lo que tienen que
explicar los guías voluntarios a los nuevos visitantes, «para que todo vaya en
una misma línea», remarca.
«Aquí en Cuatro Vientos también restauramos
los aviones y algunos fondos museísticos. En este momento estamos trabajando
con un avión americano de 1930, Stinson Reliant, un JU-52 y próximamente
comenzamos los trabajos en un reactor T-33», relata. Desde el Museo también
fomentan las relaciones con otras instituciones equivalentes nacionales y
extranjeras. «Yo mismo soy miembro de la Air Force Asociation de los Estados
Unidos y del Smithsonian Institute», señala Fominaya.
El Ejército no ha dudado en reconocer la
brillante labor de este hombre para nombrarle recientemente como miembro
correspondiente del Servicio Histórico y Cultural del Ejército del Aire
(SHYCEA). Pero esta pasión de Fominaya por el mundo de la aeronáutica no es
nueva. De hecho, él mismo recuerda como su hermano mayor le tiraba desde el
radiador de casa «para que aprendiera a volar con apenas dos años». Los
derroteros de la vida le llevaron por el camino empresarial, pero en cuanto
pudo, no dudó en sacarse la licencia de piloto privado y paracaidista
deportivo, salir a surcar los cielos los fines de semana con amigos, sobre todo
en una CESSNA 172, a
hacer vuelo sin motor, a no perderse una exhibición aérea... «Por eso pienso
que no te levantas un día recién jubilado y dices, ¡voy a tener una afición
maravillosa! Creo que hay que ir fomentándola desde etapas anteriores de la
vida. No es bueno pensar que cuando dejes de trabajar voy a viajar... Si no has
hecho turismo antes, a los 70 te dará mucha pereza moverte».
Los nuevos «jubi-ocupados»
Otros, como Ricardo Lage, acuden puntuales
dos veces por semana, desde hace ya cinco años, a sus clases de Humanidades en
la Universidad de Mayores de los Colegios Profesionales de la Comunidad de
Madrid, nacida con el propósito de conseguir que aquellas personas de más de 55
años de edad que así lo deseen tengan la oportunidad de volver a disfrutar del
conocimiento.
Lage forma parte de la primera promoción de
este centro, y asegura que el 95% de aquellos que comenzaron la aventura con él
allá por 2012 no demuestran síntomas de cansancio o aburrimiento. Más bien al
contrario. «Esta experiencia nos llena totalmente, porque supone compartir un
tiempo precioso con personas con las mismas inquietudes. Es una excelente forma
de tener nuevas experiencias y de integrarse, algo que no debería perderse
nunca. Volver a estudiar es reengancharse a la vida», advierte este licenciado
en Físicas, calificado de muy inquieto por sus compañeros de pupitre.
Ricardo Lage |
Ricardo Lage, «estudiante» de la
Universidad de Mayores de los Colegios Profesionales de la Comunidad de Madrid
Ricardo Lage, «estudiante» de la
Universidad de Mayores de los Colegios Profesionales de la Comunidad de Madrid
Para Lage, con una carrera muy vinculada
además al sector del comercio y la empresa, esta experiencia supone una mirada
hacia temas en los que no había podido detenerse con anterioridad. «Después de
una actividad laboral intensa en otros campos, esta era la oportunidad de
completar aquello que entonces se quedó fuera del camino. En mi caso, era toda
la actividad humanística. Acudir a la Universidad de Mayores me permite poder
avanzar en Literatura, en Historia, en Arte, en Música. En clase tenemos
grandes debates de religión, de Filosofía...».
La involucración de este hombre llega hasta
tal punto que se ha convertido en el delegado de su curso. «Hace poco me
encontré con la sorpresa de que me habían designado delegado vitalicio. Es una
responsabilidad pero es cierto que sarna con gusto no pica. El grado de
compañerismo es estupendo. Si faltas, no pasa nada», cuenta divertido. Tampoco
hay exámenes. «Es verdad que si haces un trabajo, es porque tienes interés
personal y quieres investigar, ir a la biblioteca, acudir a internet... Te
creas una obligación pero por afición».
Contra la soledad
Personas como Lage son los nuevos
«jubi-ocupados», como los define Roberto Salmerón Sanz, decano del Colegio de
Filosofía y Letras y Ciencias de Madrid donde tienen lugar las clases. «Son
gente que en un determinado momento se plantean disfrutar del conocimiento. El
goce estético que plantean estas universidades, sobre todo en su vertiente de
Humanidades, es una maravilla». También, prosigue Salmerón, «quieren disfrutar
de la compañía. La soledad es una discapacidad emocional importante, porque a
determinada edad el círculo se acorta, la gente relacionada con el trabajo se
termina, nuestros hijos se dispersan, los nietos los tenemos muchas veces a
distancia... pero estas Universidades de Mayores están adaptadas, y van más
allá de la salud física y mental. Son actividades que previenen la soledad, con
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