Una
alemana de 51 años recorre 27.000 kilómetros en soledad absoluta alrededor
del continente
CARLOS E. CUÉ Buenos Aires
11 MAY 2015 - 20:42 CEST11 CLARÍN
¿Qué
mueve a alguien a recorrer 27.000 kilómetros en absoluta soledad, sin
ningún tipo de ayuda, en un pequeño kayak para rodear Suramérica? "El
espíritu aventurero. Nadie lo había hecho, yo quería hacerlo y lo he
conseguido", explica orgullosa y vestida de gala en la embajada alemana de
Buenos Aires Freya Hoffmeister, una deportista extrema, que a sus 51 años acaba
de cumplir una proeza que cuesta imaginar. Hoffmeister ya había dado la vuelta
a Australia en 2009, pero la de Sudámérica ha sido su gran aventura. Le ha
costado casi cuatro años, con algunas interrupciones en los veranos para volver
a ver a su pareja y a su hijo, de casi 20 años en Alemania. Después retomaba
donde lo dejó. La kayakista es además una empresaria de éxito que tiene siete
cafés, un restaurante y una tienda. Cuando era más joven fue culturista y quedó
sexta en el concurso de miss Alemania. Pero ahora su obsesión es el kayak. Y el
reto.
Hoffmeister
podía habérselo puesto un poco más fácil a sí misma. Salió de Buenos Aires en
agosto de 2011. Al llegar a la
Patagonia, podía haber hecho como la mayoría de los barcos:
atajar por el canal del Beagle, por Usuahia, más protegido. "¿Qué sentido
tiene hacer la vía más fácil? Yo quería atravesar de verdad Sudamérica, y eso
implica doblar el mítico Cabo de Hornos" dice sin ironía alguna. En ese
lugar de vientos terribles donde se juntan los dos océanos han naufragado
barcos enormes. Pero ella, con su pequeño K-1, siguió adelante. Y a punto
estuvo de morir. "Había un tiempo horrible, vientos de 60 nudos, y las
olas me empujaron contra un islote. Allí me quedé cinco días con el kayak roto,
hasta que pude recuperarme y arreglarlo. Era un lugar muy difícil para un
rescate, pero logré salir sola, sin ayuda", explica.
Fue el
peor momento del viaje, y aún le quedaba mucho más de la mitad. Pero siguió
adelante. Hoffmeister pasaba cada día durante 30 meses nueve horas en el agua,
dormía donde podía con su tienda y no tenía ayuda de ningún tipo, ni barcos ni
coches de apoyo. Cruzó toda la
Patagonia, Chile, Perú, Ecuador, Colombia, pasó el estrecho
de Panamá y siguió rodeando el continente por Venezuela hasta llega a la Guayana francesa, donde
los ataques de mosquitos pusieron a prueba de nuevo su resistencia. "Aún
así lo peor no es el peligro, es el aburrimiento", bromea. Aún le quedaban
momentos duros. En Brasil, la mítica ola Pororoca, que remonta el Amazonas y
vuelve locos a los surfistas, la sorprendió por la noche. Ella estaba atada al
kayak y la ola les arrastró durante 15 eternos minutos, como un tsunami. Creyó
que no saldría. "Tenía arena por todas partes, la que quedó en el kayak
parecía cemento, no podía sacarla", recuerda.
A las
dificultades de la ruta y de la absoluta soledad se añadía otra: Hoffmeister
apenas habla español. Nadie le daba información sobre este tipo de cuestiones,
por ejemplo a qué hora va a pasar la Pororoca, algo que en la zona es bastante
conocido. Los pescadores, mercantes y guardacostas que se encontraba se
quedaban muy sorprendidos al verla. "Todos me preguntaban qué hacía ahí
sola y dónde estaba mi marido", recuerda. Pero nunca tuvo problemas.
"Se está más seguro en el mar que en la tierra", se ríe. Aunque la
curiosidad de ver a una mujer en una tienda en medio de la nada le causó
incomodidades. "Me molestaba mucho que vinieran por la noche los policías
a iluminarme con una linterna y a preguntarme si estaba bien. ¡Yo solo quería
dormir, el kayak es agotador!".
Finalmente,
el 1 de mayo, la kayakista volvió triunfante a Buenos Aires, donde le esperaban
otros aficionados para entrar con ella en el puerto. Allí estaba el embajador
alemán, Bernhard Graf von Waldersee, y el jefe de delegación de la Unión Europea en
Buenos Aires, el español Alfonso Díez Torres, gran apasionado del kayak, que
había seguido desde el principio esta aventura única. Hoffmeister cambió la
soledad por los homenajes. Ahora acaba de volver a Alemania, donde pretende
descansar. ¿Y ahora qué, cuál es la próxima?, le preguntan. "Ahora me voy
a dedicar una temporada a contar esta aventura, a estar tranquila en Alemania
con mi pareja y mi hijo. Y luego, ya veremos".
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